Nota publicada en el diario La Capital el 16 de febrero de 2023. Ver Nota en el diario

¡Mi mente no deja de pensar!

Es sorprendente, pero cierto, querer intentar que nuestra mente pare de pensar es como intentar parar el viento, imposible. La mente salta de un pensamiento a otro, de un tema a otro, continuamente distraída y ocupada.

Nos damos cuenta de esta actividad «maníaca» que resulta enloquecidamente ruidosa; es un parloteo constante y permanente. La experiencia de notar la mente de esta manera es normal, tras años de tener la mente ocupada, años de crear y mantener dramas, años de estrés y de centrarnos en nosotros mismos, la mente no tiene ni idea de cómo permanecer quieta; por el contrario está ansiosa de entretenimiento.

La meditación “aquieta” mi mente

La meditación es una práctica diaria súper recomendable para “aquietar” nuestra psiquis. Meditar no implica que puedas apagar tu mente; simplemente significa que eres capaz de percibir de forma consciente cómo trabaja. Meditar no significa que puedo poner mi mente en blanco; sino que puedo posicionarme en un lugar de observador o espectador de la misma sin necesidad de fusionarme con ella.

¿Qué significa “meditar”?

Comenzamos por soltar; al menos por unos días; los pensamientos, las ideas, las explicaciones, las razones y las opiniones que alimentan nuestra arquitectura psíquica con el propósito de liberar cierto espacio mental que nos permita tomar un respiro, descansar y conectar con el aquí y ahora.

Esto resulta fácil proponerlo, pero no necesariamente hacerlo. La principal dificultad reside en que estamos diseñados y muy bien entrenados para pensar, precisamente gracias a nuestra habilidad de “pensar” podemos resolver diariamente problemas y anticipar y planificar nuestra conducta en relación al contexto. Incluso en la escuela y en nuestro sistema de enseñanza se prioriza y valora como ninguna otra materia la parte mental en detrimento de otros elementos como el cuerpo que también nos permiten adquirir conocimiento.

Diversos maestros y tradiciones contemplativas consideran la mente y el cuerpo como una unidad y defienden la experiencia directa a través de elementos corporales como la postura, las sensaciones o los sentidos sin que el juicio (“pensamiento”) medie de por medio. La razón es que todos ellos son elementos del presente (por ej. la respiración, la sensación de frío o de calor siempre ocurren ahora aunque ya los haya  experimentado en anteriores ocasiones). Por el contrario, el pensamiento fácilmente  puede estar ligado a lo que hice ayer, hace un año o a un futuro incierto.

La idea de la meditación es hacer ancla en el presente, en el aquí y ahora, y para este objetivo focalizarme en el cuerpo es muy útil.

El costo que pagamos por ser “seres pensantes”

Vivir en nuestra cabeza (en piloto automático) la mayor parte del tiempo promueve estrés, ansiedad y fatiga al obligarnos a viajar en el tiempo múltiples veces al día. Además, visitar el pasado y el futuro de forma compulsiva tiene un costo; el amarrarnos a un pasado que ya fue y a un futuro que todavía no pasó implica que nos perdemos del presente, del aquí y ahora, que es el único tiempo que tenemos y es en el que transcurre la vida.

La psicología oriental sostiene que el pensamiento es «una adicción» que podemos aprender a soltar y dejar de alimentar. Sin embargo, afirmarlo es más fácil que hacerlo ya que como dice Eckart Tolle, autor de El poder del ahora «el problema del adicto es que no sabe que lo es»

¿Cómo podemos dejar de alimentar esta adicción a pensar?

El primer paso es entrenar la atención para tomar consciencia de las formas de pensamiento (opiniones y juicios rígidos e inflexibles) a los que nos aferramos de forma automática. La premisa es aprender a relacionarnos con los pensamientos de forma que podamos cuestionarlos sin creerlos directamente (especialmente cuando nos crean malestar o hacen sufrir). Debemos entender con claridad que nuestra vida puede transcurrir en nuestra mente en vez de en el aquí y ahora. Es muy útil recordar  que el cuerpo es un elemento del ahora en el que podemos situar nuestra atención para prolongar nuestra estancia en el presente.

Pero… ¿por qué percibimos al cuerpo separado de nuestra mente?

El predominio de la mente sobre el cuerpo no es algo de ahora, sino que se remonta varios siglos atrás. El mayor exponente de esta tendencia tal vez sea el francés René Descartes, que instauró el dualismo mente – cuerpo allá por el siglo XVII.

¿Alguna otra razón para priorizar en el cuerpo?

Diversos estudios indican que una mente errante y que divaga no es una mente feliz. Por si fuera poco, practicar Mindfulness y centrar nuestra atención en él ahora nos ayuda a gastar menor energía, reduciendo el consumo metabólico corporal y prolongando la vida de nuestras neuronas.

Habitar el cuerpo, las emociones y por ende el presente puede ayudarnos a prevenir la nostalgia y la depresión que son enfermedades que emergen con mayor virulencia cuando moramos con excesiva asiduidad en el territorio de la mente, preocupándonos por fenómenos del futuro que no sabemos si finalmente sucederán.

Por último, y con respecto a las relaciones sociales, más del 90% de la comunicación es no verbal y que por tanto nuestro cuerpo juega un papel fundamental de cara a los mensajes que dirigimos hacia otras personas o grupos con los que nos relacionamos.

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